Hermann Hesse- Bajo la rueda: la crítica del sistema educativo de Hesse y Paulo Freir


Este ensayo tiene como objetivo trabajar la novela “Sobre la rueda de Hermann Hesse, donde se hará hincapié sobre el sistema educativo, tomando de base la selección de fragmentos de dos obras escritas por el pedagogo Paulo Freire, “Cartas a quien pretende enseñar”, que se encuentran pertinentes al tema a analizar, escogiendo la primera y cuarta carta. Y también, “Pedagogía del oprimido”  donde se buscará una comparación sobre el cómo tendría y cómo no ser este sistema educativo.


Es la historia de vida de Hans Giebenrath, contado en tercera persona, que queda huérfano de madre durante su niñez, suceso que lo marca. Era el único seleccionado en la pequeña ciudad en la que vivía para entrar en el Seminario teológico, pero esta meta le traía muchos sacrificios, como la pérdida de las vacaciones tan soñada por los niños. Hans sufría de la presión de no desilusionar a su padre, a su maestro, el sacerdote, y al rector de la escuela a la que acudía, que ponían sobre él toda la confianza. Ellos le inculcaban y marcaban la importancia de abocarse totalmente al estudio para que tuviera un resultado excelente, ya que el primer lugar le daría prestigio al pueblo. Pero a pesar de su preocupación, consiguió el segundo puesto entre cientos de otros chicos de distintos lugares, y luego de tomadas unas merecidas pero cortas vacaciones, el sacerdote le aconseja que retome su estudio para ir actualizado al seminario.

Llega el momento de cursado, y sus calificaciones son muy buenas y con respetable perseverancia. Entre los muchachos que habitaban la rigurosa institución escolar, se destacó Hermann Heilner que se mostraba rebelde ante el sistema y ante la lealtad extrema al estudio y al reglamento del lugar. Esta cualidad, característica de Heilner, fue la que atrajo a Hans y la que los llevó a forjar una gran amistad, pero su poca dedicación y rebeldía lo llevaron a expulsarlo del seminario.
Hans entra en una depresión por sentirse solo, sin su mejor amigo, y el estrés que sufría por la presión que el rector ponía sobre él y sus calificaciones, que llegan a afectar su salud y atención a las clases. Hasta que al fin no encuentran otro remedio que enviarlo a casa y con ideas suicidas. Pero encuentra una luz de esperanza en manos de una joven llamada Emma, que se convierte en su amor. Pero de un momento a otro, la muchacha se vuelve a su casa y Hans nuevamente se inunda de una gran decepción y tristeza. Como salida de este estado insoportable, decide trabajar y una noche sale a tomar unos tragos con sus compañeros del taller, pero no dejándose acompañar de vuelta a su casa ya que su estado alcohólico era alto, y sintiendo vergüenza de su condición, a la vez que anticipaba en su cabeza los reproches que su padre le haría si llagaba en ese estado a su casa, decide sentarse al lado de un árbol en frente de un rio…

“El asco, la vergüenza y el dolor habían huido de su lado; en su cuerpo delgado y fluctuante se contemplaba la fría y azulada noche otoñal. Jugueteaban las aguas con sus manos, sus cabellos y sus labios pálidos, y los juncos parecían inclinarse a su paso.”

Personajes de la obra:

-Hans Giebenrath (personaje principal)
-Joseph Giebenrath (padre de Hans, con el sueño de que su único hijo progrese y no se estanque como le pasó a él pueda progresar mediante el estudio)
-Hermann Heilner (mejor amigo y gran influencia en Hans, se deleita con la contemplación de la naturaleza y la arquitectura. Es un crítico de la forma de estudiar obligada e impuesta, por lo que se revela hasta ser expulsado.)
-El sacerdote (profesor de latín y matemática. Fue quien impulsó a Hans a esforzarse y aplicarse llenamente en el estudio)
-El zapatero Flaig (amigo del pueblo, consejero de Hans, quien sabía que todo el peso puesto sobre el joven, en un futuro, no iba a ser positivo)

La obra Bajo la rueda, pertenece a las novelas de deformación, estilo que se extendió por toda Europa y es la cara opuesta a las novelas de formación que se dio durante el s. XIX.
Como característica de la novela de deformación del s. XX, el personaje principal (en este caso Hans Giebenrath) busca un significado de su existencia y lógica del mundo. Son novelas que narran el final de Europa y muestran el trayecto hacia el ocaso de la identidad, la crisis de la expresión, del lenguaje, de las trasmisiones y de la tradición. Los personajes carecen de identidad, viven perdidos en el espacio urbano así como en el interior de ellos mismos. Sufren de la poca probabilidad de descubrir ¿quiénes son? Y esto es consecuencia del desencantamiento de mundo, por el mismo maltrato que sufre la naturaleza por los humanos y el avance tecnológico que conlleva a la contaminación y enegrenecimiento del paisaje y, por lo tanto, del interior de las personas que lo habitan, ocultando y desfigurando su autonomía como individuo, viéndose parte de un todo.

En la modernidad, escena tomada por los artistas, se admite que todo orden pueda ser reemplazo por otro pero, al mismo tiempo, aparece la negación de la novedad, de la novedad radical, como por ejemplo pasa con el mejor amigo de Hans, Heilner, que significaba para el Seminario un “rebelde” por mostrarse inactivo y con su atención puesta en otras cosas que el sistema no encontraba importante pero para el joven sí, y que no temía ocultarlo. Incluso era rechazado por sus otros compañeros de colegio, hasta llegar a colarse bajo la sombra de la soledad, “¿Qué clase de persona era? Lo que para Hans eran deseos e inquietudes, no existían siquiera para él. Tenía pensamientos y palabras propias, vivía libre y ardiente, sufriendo dolores singulares y envolviendo en su desprecio a todo lo que le rodeaba.”

Los escritores literarios del s. XX, con las novelas de deformación muestran, sin ningún remordimiento cómo el sujeto se da cuenta que el mundo ya no es su mundo, de que la vida no le pertenece.

En la novela de formación (Bildungsroman) siempre hay un retorno al punto de partida y puede concebirse como un viaje en el que el sujeto retorna transformado al origen. Por esta razón, que las novelas de formación son damas y no tragedias. En cambio, la novela de deformación es trágica. Este viaje, en el que se produce una “des-identidad”, no hay regreso sino deformación. No regresan con a casa confirmados en su identidad, sino que se convierten en “extranjeros de sí mismos”.

El sujeto ya no es una unidad compacta, substancial, sino una pluralidad centrífuga. Es un simple papel, una pieza de la inmensa y robótica maquinaria social. Los personajes son funciones, profesiones, no tienen nombre propio, no poseen rostro. En la obra Bajo la rueda, se puede ver en la escena en que Heilner se acerca a Hans y le explicita su punto de vista con respecto a la dedicación entera al estudio,  “Eso es una esclavitud-dijo una vez-, no haces el trabajo a gusto y voluntariamente, sino sólo por temor a los maestros, a tus padres. ¿Qué importa, por lo tanto, que seas primero o segundo? Yo soy el número veinte y no me creo más tonto que otros más aplicados.”

La crítica del sistema educativo de Hermann Hesse y Paulo Freire

Paulo Freire, pedagogo y educador de origen brasilero del s. XX, critica a la educación que toma a los educandos como recipientes en los cuales será depositado el saber, llamándola educación bancaria, donde el educando es el que tiene el conocimiento y sus estudiantes personas pasivas y oprimidas que solo recepcionan, memorizan y repiten lo enseñado.
“El problema radica en que pensar auténticamente es peligroso. El extraño humanismo de esta concepción bancaria se reduce a la tentativa de hacer de los hombres su contrario- un autómata, que es la negación de su vocación ontológica de ser más” Freire (1970).

En su obra “Pedagogía del oprimido”, Freire presenta una nueva pedagogía, la pedagogía liberadora, donde los educadores y los educandos trabajan juntos para desarrollar una visión crítica del mundo en que viven. Es importante el diálogo como instrumento de comunicación y aprendizaje, y que el empleo del lenguaje sea similar al de las costumbres del individuo para conocer sus conocimientos previos y trabajar sobre la problematización de estos saberes.

La enseñanza se tiene que dar a través de la interacción grupal para evitar que sea un acto mecánico, es decir, lograr que el individuo construya sus ideas y las transforme mediante la oratoria y la comunicación.

Freire rechaza la situación de la cultura dominante, donde los privilegiados son los actores y los demás son meramente espectadores. Dejando en claro que La educación liberadora en el individuo tiene que ser un acto cognitivo en el que se comprenda y analice el contenido, superando la división existente entre el maestro y el alumno; dejar de lado la relación unidireccional para que la bidireccionalidad contribuya a la educación integral de ambos, puesto que los dos tienen elementos que aportar para la enseñanza, de lo contrario sólo se convierte en un acto memorístico específico.

Hay una crítica en cuanto al uso de la anti-dialógica por parte de los docentes, como forma de control, conquista y manipulación. Entre las actividades principales, de este tipo de docente, está el debilitar al estudiante a través de la idea de que se dividan entre ellos y así mantener las cosas estables. Ante sus adversarios aparecen como los únicos que pueden crear la armonía necesaria para vivir, sin embargo ésta sirve para dividir; si algún individuo decide emprender una lucha liberadora, es desacreditado, incluyéndolo en la "lista negra", evitando de esta manera la realización, antecedente obligatorio para la liberación.

Otra característica de la antidialogicidad es la manipulación que a través de la ideología busca conformar a las personas en base a sus objetivos propuestos; En ocasiones la manipulación se da a través de pactos con la desventaja para los oprimidos. Además que se produce una invasión cultural, que es la penetración de los invasores (en este caso el docente) en el contexto cultural de los invadidos (estudiantes), imponiendo a estos sus valores y su visión del mundo, coartando su creatividad e inhibiendo su expansión y su expresión.

En “Cartas para quien pretende enseñar”, Freire escribe consejos para los docentes, como personas, y su rol de educador. Haciendo una selección de las cartas, se eligieron la primera y cuarta, ya que su contenido será analizado y se buscará una comparación entre los puntos de vista de Hesse y Freire en cuanto al sistema educativo.

Primera carta: Enseñar-Aprender: se plantea que el aprendizaje se hace durante toda la vida mediante las experiencias propias y la de nuestros pares. Los docentes tienen el papel de guiar y acompañar a los educandos durante el aprendizaje de saberes, destrezas y valores. El educador no tiene el saber absoluto, por lo que él también puede aprender de sus alumnos, lo que no hace al proceso de enseñanza-aprendizaje unidireccional, sino bidireccional, haciéndose de una manera crítica y abierta.

El estudiar y prepararse para la docencia es una actividad diaria que no basta con el título, sino que constantemente hay que actualizarse y esto implica una lectura. Pero leer y estudiar no es un ejercicio de memorización mecánica de ciertos fragmentos de textos, sino de una forma crítica y analítica para no ser una máquina en la que se almacenan solo conocimientos de una manera pasiva.

Cuarta carta: de las cualidades indispensables para el mejor desempeño de las maestras y maestros progresistas: hace hincapié en la importancia de la humidad y tolerancia que el docente debe tener hacia los educandos, asumen que no tiene todo el saber y que hay personas diferentes a ellos, y que por eso tienen que respetar y aceptarlos tal cual.

Toda esta crítica hacia los docentes y la propuesta de un nuevo tipo de educación, por parte del pedagogo, es igualmente reflexionada por Hesse en su novela “Bajo la rueda”. El tema sobre el estilo y manera de enseñanza de las escuelas del s. XIX e incluso de imposición al aprendizaje sin oportunidad del análisis y selección; cómo amalgaman a todo un grupo de alumnos dentro un mismo objetivo y sin oportunidad de disentir o ser diferentes (búsqueda de la homogeneidad), de lo contrario sería excluido, como por ejemplo, y haciendo referencia a la obra en sí, el caso del personaje de Hermann Heilder.


Herman Hesse, en el transcurso de la narración, constantemente  hace una voz en alto en cuanto al tipo de educación de su época y como consecuencia extrema, por ejemplo, el fallecimiento del personaje principal.

Hans es víctima de un sistema educativo rígido y frio, o como lo nombra Freire, de una pedagogía del oprimido. ¿A qué se debe esto? Para responder la pregunta, es conveniente el análisis del Seminario donde el personaje principal lleva a cabo sus estudios. Esta institución refleja las características de la pedagogía del oprimido, como  son, la búsqueda constante de que el niño o adolescente piense igual y elija el mismo objetivo ideológico, planteada por los maestros y directivos. Utilizan la presión psicológica mediante la llamada de atención y la “charla” privada de forma interrogante para hacerle saber al estudiante de su irrespetuosidad por salirse de los límites deseados.

Se puede ver en la novela cuando el rector llama a Hans a su cuarto para charlar sobre el descenso de sus notas “su falta principal era una fuerte vanidad, que con frecuencia le inducía a fachendosos artificios en la cátedra y que no dejaba de manifestar en todo instante. No soportaba ninguna objeción, ni reconocía  ningún error. Por eso tenía un buen trato para los alumnos lacónicos y sin voluntad, pero le eran enojosos los que demostraban gran energía o excesiva fortaleza.” Este punto, sobre la aceptación de lo que difiera con nuestro gusto, es también tratado, en la cuarta carta, de la obra de Freire, “Cartas para quien pretende enseñar”, donde plantea que el educador tiene la necesidad de mostrarse respetuoso, y no como un dios del saber ni de la única verdad correcta.

 La presión por regresar al cause “ideal” se observa en la charla entre Hans y el éforo: “Entonces no comprendo lo que te ocurre, querido amigo. En alguna parte debe estar la causa. ¿Quieres prometerme que tomarás interés en salvar esta crisis? (…) así está bien, querido. Y ahora a no ser débil, porque es fácil resultar atropellado quedar bajo la rueda”.

Inclusive, en esta misma escena se puede observar otra característica de la pedagogía a la que se critica, que es el intento por separar del personaje una “mala influencia” que no responde o se revela ante las exigencias y normas,  y esta unión o amistad llevaría a que se formara un pequeño grupo al que se podrían unir otras personas más y lograr una revolución cultural dentro de la institución o, por otro lado, la “humillación” de los educandos, que buscarán un cambio.

“A Heilner le habían tenido desde el primer momento por un ser singular y sospechoso, dotado de un genio irritante y especial. Y entre genios y maestros existe desde antaño un ancho abismo, y cuando cualquiera de los primeros apunta en la escuela, es para los profesores un horror anticipado (…) Un maestro tiene más a gusto diez asnos notorios que un solo genio en su curso, y mirándolo bien, no le falta razón, pues su tarea no es formar espíritus extravagantes, sino buenos latinistas, matemáticos y hombres leales y honrados. ¿Pero quién sufre más a manos del otro? ¿El maestro del muchacho o a la viceversa?”. Esta es una educación bancaria, donde el educando es el que tiene el conocimiento y sus estudiantes personas pasivas y oprimidas que solo recepcionan, memorizan y repiten lo enseñado, como lo expresa el pedagogo brasilero.


De esta manera, se intenta oprimir la libertad de expresión del pensamiento y no respetar ni aceptar la persona que es diferente, ya que resulta fuera de su jurisdicción y peligroso. Justamente es esto, lo que hace notar Freire, poco favorable para el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que el docente no ocupa un modelo arcaico que todo lo sabe, sino que debe aceptar el hecho de que puede aprender de sus alumnos. “Y así se repite, de escuela en escuela, el espectáculo de la lucha entre la ley y el espíritu, y volvemos a ver cómo Estado y escuela se abstraen en la tarea de matar y desarraigar a los espíritus más hondos y valiosos que brotan cada año. Y casi siempre suelen ser los más odiados por los maestros, los castigados con mayor rigor, los huidos o los expulsados de las aulas, quienes después acrecientan el tesoro de nuestro pueblo.” 

El adulto responsable de la enseñanza de quien tiene en frente, deberá sacrificar su orgullo y con humildad darse cuenta que de su alumno puede aprender[1], y que de esta forma se hace más rico el proceso de enseñanza- aprendizaje, donde se pone en juego el diálogo como instrumento esencial para, el agregado de nuevos saberes y la transformación de los esquemas cognitivos base que tiene el educando, utilizando sus experiencias propias y sus conocimientos ya traídos desde sus costumbres y en sí de su cultura, con el objetivo de que los estudiantes no vean esos nuevos saberes como lejanos o sin que tengan que preguntarse ¿para qué le sirve estudiar aquello que el profesor le está enseñando?


Además, se observa, en la obra, la búsqueda por parte del Estado de establecer los Seminarios lejos de las ciudades y cuestiones que pudieran legar a ser distracciones para los jóvenes que serán futuros adultos que servirán al sistema político, económico y llevarán a sus espaldas el seguir de una cultura implantada y lejos de un cambio. “Al mismo tiempo, la distancia y la clausura tenían el doble objetivo de mantener a toda aquella muchachada alejada de las influencias de la ciudad y de la vida familiar, y predisponerlos a la sequedad casi ascética de su nueva existencia.”

La pedagogía del oprimido, el estudiante, planteada por Freire, busca  una invasión en su cultura, por parte de los educadores, imponiendo los valores y la visión del mundo que tienen y toman como únicas, coartando su creatividad e inhibiendo su expansión y su expresión. Por ejemplo en Bajo la rueda, el narrador expresa que “Para esto contaba también como factor principal la vida de internado, la necesidad de la propia instrucción y el sentimiento de homogeneidad”, en otras palabras, sentir que todos son iguales y que lo diferente estaba mal.

Conclusión

Por lo tanto, a la pregunta qué se debe la pedagogía del oprimido, se puede responder y observar frescamente en la novela de Hesse, utilizando dos jóvenes personajes para representar, por un lado al estudiante deseado (pasivo y receptivo), y por el otro al muchacho que quiere ir más allá de lo que le pretenden enseñar y busca analizarlo y criticarlo (activo y participativo). Y como ejemplo del sistema educativo conductista del s. XIX, a docentes en sí o quien se encarga de la educación del joven protagonista, que es el párroco del pueblo, y el padre, que colocan los sueños frustrados o inalcanzados por ellos sobre los más jóvenes, incluso les inculcan objetivos ya definidos sin elección de elegir algo diferente. La consecuencia, se ve reflejada en el maltrato y sufrimiento psicológico que una persona puede pasar por intentar complacer a sus superiores y no defraudarlos y mantenerlos contentos y orgullosos de sus logros, hasta llegar a afectar su salud.

Como valoración personal hacia la elaboración del ensayo, fue una experiencia que disfrute mucho y sentí cómo mis esquemas iban ampliándose a aprender cómo analizar y buscar entre líneas el punto de vista de Hesse con respecto al sistema educativo con una mirada conductista. Pero me ayudó mucho que en este cuatrimestre tener Psicología educacional ya que el punto de vista psicológico tiene gran influencia en el rol docente del s. XIX. Encontrar la coincidencia de un pedagogo importante e influyente en mi américa latina, como lo es Paulo Freire, con un escritor tan crítico y filosófico como lo fue Hesse, hace que note que por más que los separe una gran distancia entre continentes y muchos años de diferencia entre cada obra escrita, continua la persistencia de la necesidad de un cambio en la educación para conseguir progresar y no encasillar a los estudiantes del momento.



[1] Paulo Freire. Cartas a quien pretende enseñar (2012). Primera carta: enseñar-aprender. Biblioteca Nueva. Editorial Siglo XXI

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